sábado, 25 de junio de 2016

LAS 7 RECOMENDACIONES DEL CARDENAL NEWMAN PARA CAMINAR HACIA LA SANTIDAD



LAS 7 RECOMENDACIONES DEL CARDENAL NEWMAN

En una ocasión le preguntaron al gran escritor Inglés, erudito y santo, beato cardenal John Henry Newman (1801-1890) sobre cómo se podría llegar a ser santo. Este hombre santo, pero muy práctico dio una breve pero clara receta para la santidad.

En sus homolías y prédicas, después de haber reafirmado la fe en estos términos generales, Newman empezaba a animar a sus oyentes a ver la santidad en términos menos abstractos.
“Ahora apliquemos esta gran verdad a nosotros mismos”, exhortaba a sus oyentes, “para recordar que somos los hijos de Dios, que somos los soldados de Cristo. El reino está dentro de nosotros, entre nosotros, y nos rodea. Tenemos la tendencia a hablar de él como una cuestión de historia; hablamos de él como a distancia; pero en realidad somos una parte de él, o deberíamos serlo; y como queremos ser una parte viva de él, que es nuestra única esperanza de salvación, tenemos que aprender lo que son sus características con el fin de imitarlas”.
Aquí la tenemos en siete pasos que manejaba el cardenal Newman para lograr la santidad que permite acceder al cielo.


En primer lugar, “Vete a la cama a tiempo”.  

 

Esto puede tomar a muchos por sorpresa, pero pensándolo bien no debería. ¿Por qué?
Si no conseguimos suficiente descanso para nuestro cuerpo, este se cansa; vamos a estar arrastrandonos en el día.
Lo más probable es que vayamos a estar impacientes y terminando por ser parcos y molestando a la gente, especialmente a aquellos con quienes vivimos.
Nuestro cuerpo es el templo del Espíritu Santo, y debe ser tratado adecuadamente a través de un descanso adecuado.
cardenal Newman
Cardenal Newman

En segundo lugar, al despertar debemos ofrecer nuestros primeros pensamientos a Dios, y consagrar el día a su servicio. 

 

Hoy podríamos llamar a esto el ofrecimiento de la mañana. En esta oración ofrecemos todo a Jesús, a través del Inmaculado Corazón de María.
Que todas nuestras palabras, obras, e incluso intenciones para hacer sean para el honor y la gloria de Dios y para la salvación de las almas.


En tercer lugar, comer para la honra y gloria de Dios 

San Pablo lo dice de esta manera: Ya sea que coman o beban hagan todo por el honor y la gloria de Dios.” 
Cuando comemos nunca deberíamos ser movidos por la pasión y la gula, sino siempre ser dirigidos por la fe y la razón.
oracion frente a imagen de la virgen maria

En cuarto lugar, con respecto a los pensamientos inmorales e impuros – con los que todos luchamos con ellos de una forma u otra -, deberían ser rechazados inmediatamente

Muchos se preguntan si es malo el solo tener pensamientos pecaminosos.
Una vez un sacerdote le preguntó a un hombre si se entretenía con malos pensamientos. El hombre respondió rápidamente: “No, ellos me entretienen”.
Tan pronto como seamos conscientes de pensamientos impúdicos o indecentes debemos rechazarlos y expulsarlos de nuestra mente lo más rápidamente posible a través de una breve y ferviente oración y un fuerte acto de la voluntad.

En quinto lugar, hacer una visita eucarística ferviente 

Recuerda que vivió en la Inglaterra protestante del siglo XIX en el que no había una gran cantidad de iglesias católicas y no demasiadas misas diarias.
Por esa razón una visita ferviente al Señor Eucarístico serviría para mantener el amor del corazón inflamado por el Señor Jesús.
orando con un rosario

En sexto lugar, rezar el Rosario 

El Cardenal Newman anima a que se ore esta maravillosa oración diariamente.
Los santos, los Papas y Nuestra Señora misma todos han recomendado vivamente el rezo diario del Santísimo Rosario.
En 1917 la Virgen de Fátima apareció en seis ocasiones a los tres niños pastores: Lucía, Francisco y Jacinta. Cada vez que los visitó, Nuestra Señora exhortó a rezar el Rosario diariamente.
San Juan Pablo II en su carta “La Santísima Virgen María y el Rosario” alienta asimismo orar el Rosario y por dos intenciones específicas: Para la paz mundial y para la salvación de la familia.
El Padre Patrick Peyton citaba que “La familia que reza unida, permanece unida”.

En séptimo lugar, hacer todo con un amor extraordinario

El Beato Cardenal John Henry Newman ponía en la parte superior de la torta de la santidad estas palabras: “Trata de hacer los deberes comunes de la vida diaria con un amor extraordinario.”
Si esto se hace con fe y sobre una base diaria tenemos un programa corto y la receta para la santidad.
Ésta es la esencia de la espiritualidad de Santa Teresa de Lisieux. Dios no presta tanta atención a la grandeza de la acción exterior, sino más bien a la pureza de intención por la que la acción se lleva a cabo.

Santa Teresa también afirmó este concepto espiritual con estas palabras: “Recoger un alfiler por amor puede convertir un alma.”

Recuerda que Jesús puso más atención y elogió la humildad de la viuda entregando dos pequeñas monedas de cobre (con muy poco valor económico) que las enormes sumas de dinero entregadas por el vanidoso y orgulloso y egoísta.

Esperemos que esta receta simple de la santidad del Beato Cardenal John Henry Newman pueda servir de motivación y estímulo para que tu y yo busquemos la razón de nuestra existencia: la santidad en esta vida que terminará en la felicidad eterna en el cielo.
cruz haciendo un puente

¿COMO COMENZAR TU DÍA EN SANTIDAD PARA APUNTAR A LA VIDA ETERNA?

Aquí hay otras sugerencias prácticas para actuar actuar al comienzo del día:

1 – LA GRATITUD Y LA OFRENDA DE LA MAÑANA

San Pablo nos dijo que nosotros debemos ser transformados por la renovación de nuestras mentes (Romanos 12:2).
¿Cuáles son tus primeros pensamientos en la mañana?
Si tus primeros pensamientos son negativos, si estas temiendo lo que acontecerá durante el día y no esperando las bendiciones de Dios, entonces ese es un mal comienzo del día.
Sin embargo, si tú vuelcas tus primeros pensamientos al Señor en gratitud por un Nuevo día, tú has elegido comenzar el día con un corazón elevado y un espíritu alegre. Has elegido comenzar el día en la presencia de Dios, y ese es un comienzo santo.
Cada mañana, tan pronto como te levantes, ofrece una oración en acción de gracias a Dios por el nuevo día y por todas las bendiciones que te dará. Ofrece a Dios tu día con una oración tradicional o una oración con tus propias palabras. Puedes considerar ponerte de rodillas y rezar con las palabras de San Pablo: hoy “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13).

2 – UN COMIENZO TRANQUILO, LENTO ES MEJOR

La gente constantemente corre. Se precipitan fuera de la cama porque se han quedado dormidos muchas veces. Se apuran a ducharse y vestirse. Se apuran al desayunar. Y entonces salen corriendo para correr aún más cuando manejan.
El apuro es un mal comienzo para el día.
No creo que el Señor quiera que nosotros corramos – a pesar que a veces es inevitable.
Recuerda los frutos del Espíritu Santo: ¡el estrés y la prisa no están incluidos en la lista! Más bien, paz y dulzura.
Es mucho mejor comenzar el día tranquilamente, meditando, conscientes de la presencia de Dios y la paz que Él desea darte en el comienzo de este nuevo día.
Así que no te apresures a comenzar el día. Trata de estar profundamente consciente de la presencia de Dios tan pronto como te despiertes. Ve despacio. Respira.

3 – LEVÁNTATE TEMPRANO Y ORA

Los Evangelios nos dicen que Jesús se levantaba temprano en la mañana a rezar. Hay algo sagrado en la mañana, una quietud sagrada.
Para comenzar el día calmadamente puede ser que necesites levantarte un poco más temprano. Para algunas personas es honestamente difícil. Pero comienza.
Muchos han experimentado que sus mejores días y más productivos son aquellos en los que se han levantado temprano.
Comienza tu día con una taza de café y oración. Disfruta pasar tiempo en silencio y leer lecturas espirituales. Ama estar atento a la quietud de la mañana.
Lo mejor es cuando te levantas lo suficientemente temprano para orar, y tienes algún tiempo para enfocarte en tus tareas del día, incluso veras que tienes tiempo para escribir.
santo domingo orando el greco

4 – TU PRIMER PENITENCIA

Puede ser que no sea fácil levantarse temprano, pero tampoco es fácil vivir en santidad.
Uno de los grandes santos, San José María Escrivá, lo llamaba el minuto heroico. Él decía: “Es la hora, en punto, de levantarte. Sin vacilación: un pensamiento sobrenatural y… ¡arriba!”
¡Cuánta verdad!
Cuando la alarma se apaga, es nuestro tiempo de ser heroicos y decir a nuestro cuerpo: yo sé que quieres dormir, pero es tiempo de levantarse y servir al Señor.
Vivir en santidad significa que nosotros necesitamos tener bajo control las demandas innecesarias de nuestro cuerpo (uno de los frutos del Espíritu Santo es el auto-control).
Si nosotros queremos ser santos, necesitamos aprender a sacrificarnos; y uno de los mejores sacrificios que podemos hacer es levantarnos de la cama temprano y tan pronto como la alarma se apague – o aún antes.

5 – ALGUNAS COSAS QUE PUEDES HACER UNA VEZ QUE ESTÉS LEVANTADO

Pasar tiempo en calmada oración con las Escrituras. Lee un poco de los Evangelios y simplemente pasa algún tiempo reflexionando sobre lo leído.
Toma 10-15 minutos para leer un libro espiritual y pasa algunos momentos en oración sobre lo leído.
Pasa algún tiempo dando gracias al Señor. Solo cierra tus ojos y agradécele: agradece a él por el día, por las bendiciones que te dará, por tu familia, lo que sea que venga a tu mente. La gratitud es un poderoso camino para iniciar tu día. “Dad gracias al Señor porque Él es bueno” (Salmo 118).
Ten una conversación con el Señor sobre el día. Háblale sobre tus citas y haz la lista. Háblale sobre lo que estás deseando y tus temores. Pídele que te ayude a ser consciente de Su presencia a lo largo del día.
Un comienzo del día tranquilo, pleno de oración no significa que tu día será perfecto o que estarás profundamente consciente de la presencia de Dios todo el día. Sin embargo, es ciertamente una gran manera de comenzar, y te sentirás más en paz y fortalecido a medida que comienzas el día.
Fuentes:

jueves, 2 de junio de 2016

COMUNIÓN EN LA MANO: El suelo teñido de Sangre




COMUNIÓN EN LA MANO: El suelo teñido de Sangre

comunion en la mano (1920 X 800)

«Si alguno negare que en el venerable sacramento de la Eucaristía se contiene Cristo entero bajo cada una de las especies y bajo cada una de las partes de cualquiera de las especies hecha la separación, sea anatema». Concilio de Trento


Llevo tiempo observando discusiones y conversaciones sobre el tema “comunión en la mano”. En todas ellas percibo de forma reiterada una serie de argumentos, tantos de laicos como de sacerdotes, unos tratando de justificar el recibirla y otros el administrarla, que evidencian que, a pesar de sus buenas intenciones, no han comprendido la verdadera naturaleza del problema de fondo.


Querido laico, hay que dejar de pensar en estos términos: lo que a MÍ me gusta, lo que a MÍ no me ofende, lo que YO veo normal, lo que YO veo o dejo de ver grave, lo que a MÍ me permite tener devoción, lo que YO creo, lo que YO pienso, lo que YO leí que no se quién dijo o hacía en no se que siglo… es decir lo que YO, YO y más YO.
Querido sacerdote que quieres dar la comunión en la mano o, incluso, no quieres pero la das, hay que dejar de discurrir de esta forma: A MÍ me gusta más en la mano, YO creo que debo obedecer a pesar de todo, YO no quiero problemas, YO no lo veo tan grave, YO no soy quien para tomar esa decisión, YO creo que si lo hace el Papa y mi obispo YO debo hacerlo… o sea lo que YO, YO y más YO.
No, queridos laicos y sacerdotes, esta perspectiva es totalmente errada, el problema no eres TÚ, lo que TÚ creas o dejes de pensar, las consecuencias que tenga para TÍ el no darla, lo que te digan, lo que hagan muchos o pocos, ni lo que haga el obispo o incluso el papa. No, no y no. Voy a detenerme y decirlo bien alto:

El problema no eres tú, el problema es ÉL.

No importa tu punto de vista, la razón teórica que puedas tener o dejar de tener, tus buenas intenciones, tu afán de obediencia, todos esos argumentos se desploman por su propio peso si lo vemos desde la perspectiva de ÉL, no del YO.
¿Cuál es el problema de ÉL con la comunión en la mano?
  1. Esta dogmáticamente definido en el Concilio de Trento que en cada partícula de la Sagrada Hostia está Jesucristo en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad.
  2. Por lo tanto si una partícula por minúscula que sea cae al suelo es exactamente igual que si cayera la Hostia entera.
  3. Y si caen partículas al suelo hay que creer dogmáticamente que es el mismo Jesucristo, su Cuerpo y su Sangre, el que está en el suelo.
  4. Por lo que si pisamos esas partículas estamos pisando a Jesucristo. Sí, repitámoslo: ESTAMOS PISANDO A JESUCRISTO. Y lo estamos haciendo por nuestra culpa, colaboración o complicidad, no por un accidente incontrolado.

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Si por un momento pudiéramos contemplar la dantesca escena que se produce en nuestras iglesias quedaríamos horrorizados. Háganse una ligera idea contemplando la fantástica ilustración de Rodrigo García. ¿Les parece cruda? Pues es exactamente lo que ocurre y no vemos.
Es ahora fácil comprender el Amor que supone la Eucaristía, donde Jesús se ha expuesto a ser el más frágil, incluso a riesgo de ser pisoteado indignamente en una segunda Pasión silenciosa e invisible, pero no por ellos menos cruel. Y es fácil entender con cuánto respeto y cuidado deberíamos tratar al Jesús Eucarístico ante su posición voluntaria de fragilidad y exposición, a lo cual estamos obligados de una forma absoluta e inexcusable sin que pueda haber ningún YO que valga, nuestra única obligación es protegerlo a ÉL, contra todo y contra todos, incluso a costa de nuestra honra o puesto.
Se que habrá quien diga que exagero, que siempre puede haber partículas de una forma u otra, y es cierto que puede haberlas, pero una cosa es que humanamente no se pueda controlar una micropartícula que por ejemplo vuele inadvertida a nuestros ojos, y otra muy diferente es que caiga por nuestra culpa, negligencia, cobardía y/o forma de comulgar. Es verdad que comulgando de rodillas y sin bandeja también puede pasar -otra irresponsabilidad del sacerdote-, pero infinitamente menos que si sometemos la Hostia a la fricción del contacto con las manos. 


De muchas observaciones que he realizado he de decir que no he logrado nunca ver -aunque seguro hay alguien perdido que lo haga, la excepción- a ni un solo comulgante en la mano tratar de quitar de su mano partículas que pudieran quedar, ni siquiera el intento de mirar si las hay. Cualquier sacerdote que ha dado la comunión con bandeja sabe que incluso en Misa tradicional siempre hay partículas, al igual que siempre hay partículas que quedarán en la mano. El solo hecho de depositarla y volverla a coger para comulgarla conlleva desprendimiento inevitable. Eso significará en la práctica cientos de partículas por el suelo profanadas y pisoteadas por nuestra culpa.

Ningún sacerdote está obligado a dar la comunión en la mano, y la propia legislación canónica lo respalda (2), pues le permite no administrarla a decisión del sacerdote cuando hay riesgo de profanación. ¿Acaso no  hay riesgo de profanación en que Jesucristo caiga al suelo y sea pisoteado? ¿Acaso no hay riesgo de profanación en el uso que se le pueda dar a la Sagrada Forma como se ha visto recientemente en Pamplona? Querido Sacerdote que de buena Fe la ha estado dando, mire nuestra ilustración, medítela, y dígame ¿cree ahora sinceramente que es inocuo dar la comunión en la mano, aunque sea a una sola persona?

Nadie, repito, nadie debe arriesgar el Cuerpo de Cristo a ser pisoteado y profanado, y eso se hace dando una sola comunión en la mano. ¿Podría haber alguna ley que obligara a un hijo a exponer a su madre a ser pisoteada, ultrajada y vejada? Incluso en caso de que existiera, ¿alguien con un mínimo de sentido común podría sostener que esa persona tiene obligación moral de seguir dicha ley?… pues tanto más si hablamos de Jesucristo, nuestro Señor y Creador.


No me cabe duda que la mayoría de ustedes que la reciben en la mano o la administran no lo hacen con esa intención, porque siguen analizándolo desde el YO, YO y YO. Párese un momento, reflexione y vealo desde el punto de vista de ÉL, pisoteado en el suelo o profanado por indeseables, con la Iglesia llena de regeros de la Sangre de Nuestro Señor,  y estoy seguro que ni la recibirán ni la darán nunca más.
Si ha habido miles de mártires que han muerto por el hecho de no permitir ultrajar una imagen, un libro sagrado… ¿va usted a tolerar que se ultraje y pise al mismo Jesucristo en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad delante suya?

Antes morir que Nuestro Señor esté en el suelo por mi culpa.Miguel Ángel Yáñez


comunion en la mano (1920 X 800)